domingo, 20 de mayo de 2012

El Chelsea ya es de sangre azul


Puede que el fútbol del Chelsea no enamore y que el Bayern haya puesto mucho de su parte para perder esta final pero un futbolista de la trayectoria de Didier Drogba merecía una noche como ésta. Grande, muy grande la puesta en escena del marfileño en el partido de su vida, porque a sus 34 años difícilmente iba a vivir un encuentro de esta trascendencia emocional y mediática.
El marfileño pudo haber sido recordado como el gran villano. Lo salvaron Petr Cech y Arjen Robben, que difícilmente se quitará el estigma de jugador de partidos chicos.
Por Martin del Palacio Langer 

En el fútbol como en la vida, la suerte está enormemente menospreciada. Se cree que, para que alguien tenga éxito, debe haber una razón, algo tangible. “El campeón siempre lo merece”, reza un dicho, y si alguien se niega a aceptarlo, se le acusa de envidioso o malagradecido. Para cada éxito o fracaso, tiene que haber una explicación táctica o psicológica. El resultado llegó porque tal técnico fue mejor, o porque tal jugador falló a la hora buena.

Sin embargo, el azar existe, y no sólo eso, sino que suele ser determinante en el resultado de un partido de fútbol. Un mal rebote, una pelota que rebotó en el poste y después unos centímetros delante de la línea. Un error arbitral. Hay tantas cosas fuera de nuestro control que pueden incidir en un partido que a veces vale la pena preguntarse hasta dónde tienen verdadera influencia los técnicos o los jugadores.

Porque, además, son éstos, mucho más que los aficionados, los que suelen reconocer la influencia del azar en sus triunfos o derrotas. Sólo basta leer las declaraciones de algunos de los protagonistas del partido de ayer. Fernando Torres: “Hoy hemos tenido la suerte que le faltó al Bayern”. Roberto di Matteo: “El Bayern jugó bien y tuvo más ocasiones. Cuando se llega a los penaltis es una lotería y hemos tenido más suerte”. Uli Hoeness: “El partido fue una locura desde el comienzo hasta el final, todo hablaba a favor de nosotros y perdimos, no tengo palabras”.

Nadie encarna más el valor de la fortuna que Didier Drogba. El marfileño será recordado, sin duda, como el jugador de esta Champions. Autor del gol ante el Barcelona en el partido de ida de las semifinales, del cabezazo del empate ante el Bayern, y del penal decisivo. Pero, si los vientos del azar hubieran soplado en otra dirección, bien podría haber sido el gran villano. Dos veces cometió penaltis infantiles que hubieran cambiado la historia. Y en ambas, dos de los mejores jugadores del mundo, Lionel Messi y Arjen Robben, erraron disparos que podían haber enterrado al Chelsea. 
En buena medida sus fallas tuvieron que ver con un excelente Cech, del que no sería descabellado afirmar que tuvo muchos mayores merecimientos que Drogba para ser considerado la estrella del torneo. El checo lo detuvo todo, e incluso cuando no lo hizo, fue suficiente para intimidar a Messi y Schweinsteiger, que al tratar de superar sus largos brazos, exageraron en la colocación de sus disparos. Y aun así, a pesar de todo, a Petr lo ayudó la fortuna. Hasta seis veces la pelota golpeó los postes Blues en los tres últimos partidos. Un centímetro más o menos, y la historia hubiera sido distinta.

Del otro lado, el gran villano es Arjen Robben, por su penal fallado y porque no pesó. Para siempre le quedará el estigma de ser un jugador de partidos chicos. Y, con un poco de suerte, el destino lo hubiera recordado de otra manera. El holandés jugó un partidazo en la vuelta de las semifinales ante el Real Madrid, donde marcó desde los 11 pasos. También anotó desde el punto de penalti en la final ante el Dortmund, en la que su equipo fue borrado de la cancha, pero él lo hizo bastante bien. Pero eso está en el pasado. La historia suele ser dura con los perdedores y, salvo milagro en la Euro, Arjen difícilmente pueda escapar de la etiqueta que lo persigue ahora a todas partes.

El ser humano tiende a buscar explicaciones, porque pensar que todos estamos sujetos a aspectos externos puede ser aterrador. Algunos, pocos, como Juan Manuel Lillo, dicen totalmente lo contrario. “Lo importante es el proceso”, menciona el técnico, “porque los resultados nunca dependen de ti”. Quizá tengan razón. El Chelsea no es un campeón merecido. Fue superado tres veces en tres partidos. Tuvo muchísima suerte y ganó en buena medida por eso. Pero, ¿a quién le importa? La historia recuerda a los campeones. Y, afortunados o no, son los Cech, Drogba, Lampard y compañía quienes tendrán una medalla para enmarcar en sus casas.
- Ficha técnica: 

1. Bayern Múnich: Neuer; Lahm, Boateng, Tymoshchuk, Contento; Kroos, Schweinsteiger; Robben, Müller (Van Buyten, 86), Ribery (Olic, 97); y Gómez.

1. Chelsea: Cech; Bosingwa, Cahill, Luiz, Cole; Mikel, Lampard; Kalou (Torres, 84), Mata, Bertrand (Malouda, 73); y Drogba. Goles: 1-0 (min 83, Müller), 1-1 (Drogba, 88)

Penaltis: 1-0 (Lahm marca), 1-0 (Mata lanza y Neuer para), 2-0 (Gómez lanza y marca), 2-1 (David Luiz lanza y marca), 3-1 (Neuer lanza y marca), 3-2 (Lampard lanza y marca), 3-2 (Olic lanza y Cech para), 3-3 (Cole lanza y marca), 3-3 (Schweinsteiger lanza contra el poste), 3-4 (Drogba lanza y marca).

Arbitro: Pedro Proenca (Portugal) amonestó a Schweinsteiger, Cole, David Luiz, Drogba y Torres

Incidencias: final de la Liga de Campeones disputada en la Allianz Arena de Múnich ante 62.500 espectadores (lleno). 


Tomado de Marca y Goal

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