Claudio Pizarro es un tipo común y corriente. Le gusta comprar ropa y quedarse en casa viendo televisión. Ama jugar fútbol, pero apenas tolera el Winning Eleven. No puede ir al Jockey Plaza ni para comprar medias porque lo marcan al centímetro cientos de hinchas que quieren un autógrafo. Es el precio que paga por ser una superestrella y quizas sea una de las razones porque no quiere vivir en Perú
¿Qué sueles hacer en tus días libres?
Cuando no entreno, descanso. Tengo tres hijos y busco estar con ellos cada vez que se puede. Generalmente me quedo en casa viendo una película, voy al cine. Me es difícil quedarme en cama hasta tarde, porque suelo llevarlos al colegio antes de ir al club.
¿Tus hijos están más pegados a ti o a su mamá?
Creo que a los dos; pero, como no paso tanto tiempo en casa, es mi esposa (Karla) la que está todo el día con ellos. A mí me buscan más para jugar, para armar legos. Pero, cuando se caen o se golpean, automáticamente gritan “mamá”. Ella es como la estrella de la casa (risas), la que lo cura todo.
¿Eres de los tipos que coge lo primero que está en el cajón?
A menos que esté muy apurado. Pero salgo de casa pensando qué debo ponerme. Soy una persona preocupada por mi apariencia. Me gusta comprar ropa y estar a la moda, verme bien.
¿Y qué opinas de la imitación que te hace Carlos Álvarez? Creo que una vez renegaste porque te ponían como un sobrado…Es solo una imitación. Mientras no le falten el respeto a mi familia o a mí, no tengo ningún problema con eso. No puedo negar que es muy graciosa.
¿Dónde es más fácil para ti caminar en la calle: en Bremen o en Lima?
Yo no soy mucho de caminar por la calle. Mi vida diaria es vida de trabajo. Cuando salgo, aquí en Alemania, por ahí se acerca uno, pero acá la gente es muy respetuosa. Si estoy en un restaurante, tal vez esperan a que termine de comer. Me dan mucho espacio. Los niños sí vienen en cualquier momento y no hay problema. En Lima, la gente se acumula más en la calle para pedir un autógrafo. En verdad, yo en Perú no puedo ir al Jockey Plaza porque es un caos (risas). Una vez fui, hace muchos años, y no pude avanzar mucho. Tuve que decirle a mi mujer que la esperaba en el carro porque no podía caminar.
Imagino que los amigos de tus hijos te deben pedir autógrafos cuando los dejas en el colegio…A veces me reconocen los padres. Los chicos están más acostumbrados, pero a veces se acercan y ya tengo unas tarjetas con mi firma (risas). No se puede negar a un chico un autógrafo.
¿Y qué tal eres en el Winning Eleven?
El Winning no es mi juego. Es más, no sé cómo jugarlo. Lo intenté un par de veces, pero a mis equipos no les fue muy bien (risas). Ese no es mi vacilón.
Al final de tu carrera, ¿vendrás a vivir al Perú o te quedarás en Alemania?
La verdad, no creo que vaya al Perú, por mis hijos. Les he preguntado qué les gustaría hacer, y ellos me han dicho que quedarse en Alemania, porque están habituados a la vida acá. No es algo definitivo, pero lo más probable es que nos quedemos acá.
¿Cómo te ves a fin de temporada con el Bremen? Estás cerca de convertirte en el máximo goleador extranjero de la historia del fútbol alemán.
Lo del récord es algo en lo que pienso, pero lo principal es ganar cosas con el equipo. Ya alcanzamos las semifinales de la Copa Alemana y tenemos buenas chances de ganarla.
Tomado de la revista Asia Sur
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