
Cuando Ronaldo se rompió el tendón rotuliano a los seis minutos de haber ingresado en el partido de Copa Italia entre Inter y Lazio, el 4 de abril de 2000, todos pensaron que su carrera estaba acabada a la tierna edad de 24 años.

Sin embargo, la tenacidad, el coraje y la garra de Luís Nazário de Lima cambiaron esos desgarradores gritos de dolor en el césped del estadio Olímpico por otros gritos más felices, de festejos. Ronaldo dejó las muletas para subirse al olimpo del fútbol mundial.


La leyenda del Ave Fénix es casi un lugar común cuando se recuerda aquel 3 de junio de 2002 en Daegu, Corea del Sur. Ronnie marcó el gol del empate de su Selección ante Turquía, en el debut mundialista. Luego, el crack nacido en Río de Janeiro marcó siete goles más y se subió al trono para siempre. Se convirtió en rey, como antes fueron Beckenbauer, Pelé o Maradona.
La historia de Ronaldo en las Copas del Mundo tuvo un final acorde a la vida del protagonista. En Alemania 2006 anotó tres tantos más y superó el récord goleador de Gerd Muller, con quince anotaciones.
Ronaldo se retiró y con él se fue el mejor delantero de las últimas décadas, quizás el artillero más grande de todos los tiempos. Un futbolista extraordinario por lo que hizo en las canchas pero también por todo lo que debió soportar para llegar adonde llegó.

En su última conferencia, dijo que quiere un partido más con la Selección que lo vio brillar. Esa misma Selección que se prepara para jugar un Mundial como local. Sí, en 2014 "su torneo" se jugará en casa. Por eso, el hombre que volvió de la muerte y se ganó la inmortalidad, merece una despedida inolvidable.

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