jueves, 19 de agosto de 2010

UN BEBE DE LAS CALLES AL TEATRO DE LOS SUEÑOS

Tiago Manuel Dias Correia se arropó el cuerpo escuálido con una alfombra harapienta y pestilente. Mientras el niño intentaba reposar la cabeza sobre una almohada improvisada, las tripas le anunciaron alto y claro que estaban vacías. Tenía sólo diez años, pero la espalda le dolía de dormir al raso sobre el duro cemento de las calles de Loures, una ciudad perdida en los suburbios de Lisboa.
Hasta que le vencía el sueño, el único alivio que encontraba Tiago para su tormento era dejar volar la imaginación. Y a fantasear se entregaba con toda el alma. En su fantasía recurrente, el chaval se veía de futbolista profesional, iluminando con su arte los clubes más prestigiosos del mundo como Luis Figo, el astro portugués cuya imagen adornaba los periódicos que el niño usaba para protegerse del relente de sus noches.

Comienza el sueño
La vida de Bebé, como lo llamaban desde que nació en Cacem en el seno de una familia indigente de inmigrantes caboverdianos, mejoró considerablemente cuando entró en el albergue de Casa do Gaiato. El centro de acogida significó para él una adolescencia de lujo: comida diaria, cobijo, asistencia sanitaria y educación. Además, le brindó la oportunidad de jugar al fútbol en un equipo de aficionados que conocía uno de los monitores del orfanato.

Ese monitor descolgó el teléfono un día de abril de 2009. Cais, la organización benéfica que publica en Portugal el equivalente de la revista británica Big Issue, había recibido una invitación para participar en el II Festival Europeo de Fútbol Callejero, una competición para personas que en el pasado o en el presente vivían en las calles, y que organiza streetfootballworld en el marco del movimiento Football for Hope de la FIFA. Los de Cais llamaban para preguntar si en Casa do Gaiato había algún entusiasta del fútbol. Inmediatamente, el monitor pronunció un nombre.

Así fue como Bebé, junto con otros siete residentes del albergue, se encontró el mes siguiente en Foca (Bosnia-Herzegovina). Allí, 40 goles en seis partidos, aderezados con un derroche de habilidad que encandiló al público, convencieron al Estrela Amadora, un club de la tercera división de Portugal. La entidad fichó al muchacho.

Bebé siguió viviendo en Casa do Gaiato (una muestra más de su humildad), aunque eso lo obligaba a recorrer grandes distancias para asistir a entrenamientos y partidos. Pasó una temporada en el Estrela, con el que jugó a menudo como volante ofensivo y en ocasiones en la punta de ataque. No necesitó más para conquistar al Vitoria de Guimaraes, sexto en la tabla de la primera división.

El Manchester
El inverosímil paso del fútbol callejero a la máxima división profesional que había protagonizado Bebé en sólo 13 meses parecía una quimera, pero no era más que el principio de una fantástica realidad. Tras un puñado de partidos de pretemporada y cinco goles de bella factura, grandes clubes europeos codiciaban la ficha del polivalente jugador, entre ellos el Real Madrid y el Manchester United. El entrenador de este último, Alex Ferguson, en respuesta a la persuasiva recomendación de un ex ayudante suyo, Carlos Queiroz, actual seleccionador de Portugal, actuó con presteza para activar la cláusula de libertad por valor de 7,4 millones de libras del contrato que el atacante de 1,90 de estatura había firmado con el Vitoria hacía tan sólo dos meses.

Diez años antes, Bebé se sentía afortunado el día en que podía cubrirse la espalda de las inclemencias del tiempo. Ahora se disponía a lucir una de las camisetas más adoradas del deporte rey. "Leer su currículo es como leer un cuento", comentó Ferguson. "Normalmente, estudias a un jugador durante bastante tiempo. En este caso, otros clubes empezaban a fijarse en él, de manera que tuvimos que tomar una decisión inmediata".

"No habla inglés. Lógicamente, eso hay que remediarlo. Pero yo creo que lo importante es dejarlo que se aclimate al club. Es bueno con ambos pies y muy veloz. La materia prima está ahí. Hay que pulirla, claro, pero estoy seguro de que lo conseguiremos. Es muy joven y a nosotros se nos da muy bien formar a los jóvenes”.

Bebé añadió: "Soy muy feliz. Recuerdo todas las noches que he dormido enla calle. Cuando pienso en lo que me está pasando, me parece una versión deportiva de la Cenicienta. Todos los sacrificios han valido la pena. Yo soñaba con jugar en un gran club, y mi sueño se ha hecho realidad".

La epopeya fantástica de este joven de 20 años empujará a docenas de observadores a la Copa Mundial de los Sin Techo que se celebrará el mes que viene en Río de Janeiro. Además, servirá de inspiración a todas las personas sin hogar de este mundo.

Como dice Bebé: “El fútbol puede cambiar vidas”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario